Editorial

Modelo obsoleto

La nefasta situación social, económica, política y mediática que arrastramos, sin haber superado la crisis del 2008, se ha acrecentado con la envestida de la pandemia. La reacción inicial delante del confinamiento fue de sorpresa, de temor y, a pesar de todo, de disciplina.

El confinamiento se asumió en general como la única solución viable. Las reactivaciones del estado de alarma, no nos descorazonó, porque el horizonte imaginario se acotaba cada dos semanas. Pero en levantarse la restricción de desataron imparables brotes de insolidaridad, ansia, queja, incredulidad, indisciplina y hasta, recientemente, negacionismo. Claro está que somos una especie animal inteligente i a la vez estúpida. Solo nos diferenciamos de otros animales en que somos conscientes de nuestra estulticia y actuamos demasiado a menudo contra el propio bienestar. La reclusión forzosa nos hizo mirar hacia uno mismo, pero duró poco. Pronto tuvimos que volver a salir. Descubrimos la función de los balcones, hasta entonces solo habitados por tiestos, rincón de trastos y tribuna de goteos contra el vecino de abajo. Después, las terrazas de los bares, las plazas, los parques, las playas, los jardines privados y los patios se desvelaron sublimes arcadias deseadas. Nuevas utopías cerca. Si no queremos volver a vivir, otra vez, cerrados entre cuatro paredes, si no queremos limitarnos a sacar la cabeza por la ventana, si no queremos comunicarnos solo desde los balcones, si no queremos pasear en el espacio reducido de galerías y azoteas, tenemos que cambiar de chip. Volvernos a mirar dentro. Reconocerse es lo más difícil, ciertamente. Pero los instantes — fugaces, si queréis— de conciencia en paz, es decir, las chispas de felicidad residen en el hecho de reencontrarnos. El reto no es menor y nos jugamos la salud que es la condición sin la cual no podemos disfrutar de ningún otro bienestar. Las señales hacen evidente la gravedad del momento. Además, la situación no se revertirá fácilmente y de golpe. La Covid nos interpela y cuestiona nuestro modelo de vida obsoleto. La manera como lo afronte cada uno será determinante.

 

Jaume Comas
Fundació CorAvant